jueves, 14 de agosto de 2008

Comentarios sobre el Rock de los 70'


Comentarios sobre el Rock de los 70'

I - El concepto de reflujo y su relación con el rock de los años 70'

Como hablaremos cada vez que nos refiramos a la música de los setenta, ésta se explica por las circunstancias socio-políticas, culturales y económicas que hicieron desaparecer por medio de la represión y la persuasión todo referente social, todo el edificio libertario de la sociedad de los sesenta. El rock reacciona recogiéndose, encerrándose sobre sí mismo, sobre su propio discurso, se hace hermético, gira sobre su cola y pierde su influencia en la sociedad.

El restablecimiento de las democracias occidentales; de la economía de mercado en desmedro de la economía nacionalista del Estado de Bienestar, el propio ocaso del mismo; el monopolio cultural de la industria de las comunicaciones y la entretención; el control ideológico de la literatura y la filosofía; la reconversión de los sistemas de coacción institucionales, de la policía y los departamentos de inteligencia; el progresivo aumento de la tensión militar entre los bloques hegemónicos; el cuestionamiento al socialismo y al Estado soviético; los abusos laborales en los nuevos nichos de mercado; la meticulosa articulación de la educación, la psiquiatría y la medicina en busca del control exhaustivo de la juventud; la liberación sexual condicionada por su relación con el mercado, la pornografía, los objetos de placer; etc.

La ola del rock se hubo recogido. Su creación se academizó, su discurso se perdió en un espiral sin destino. Sus técnicas se refinaron, sus procedimientos se fragmentaron y especificaron. No obstante, la dimensión social no influyó directamente en la creación artística rock de los setenta, sino que fue a través de la crisis existencial que se puede comprender. El afuera social permite explicar, pero el interior espiritual permite comprender.

Con el temor -porque debemos considerar aquello un asunto fundamental en la concepción artística de la época- a la represión ideológica y física del poder revitalizado por el quiebre social, la poética del rock tendió a ocultarse en su refinamiento, se hacía inofensivo para las masas, su alta complejidad era un pésimo atributo para competir con los productos desechables y más asequibles para las mentes del pueblo aturdido por la educación del garrote. Es aquí donde el Rock se aleja notoriamente y se independiza del Pop. El rock pasa a ser la música no-oficial, la que no asegura ventas millonarias, pero permite mantener a raya cualquier intento de movilización social.

Vuelven a emerger algunos de los tópicos del periodo siguiente a la Primera Guerra Mundial. La crisis de sentido, de un mundo que contenía todas las ilusiones y esperanzas pero que fue destruido en mil pedazos como fuese necesario. Tal como entre 1915 y 1930 en que se desarrolla con más fuerza el arte de vanguardia, el surrealismo, etc. En los setenta se da un paso en esa dirección, se extrema la postura del impacto, del choque, la negativa a explicar qué pasó, sin embargo, aumenta la consciencia sobre la experiencia, sobre la interioridad. Hay una búsqueda por darle sentido, el que sea, a la interioridad. La respuesta puedo ser hedonista, depresiva, chamánica, épica, etílica, oscura, crítica, nihilista, pero sólo fue una respuesta, no una consecuencia, la consecuencia fue el vacío, el dolor, la angustia.

La corriente progresiva y la Glam, corresponden a dos formas de entender la libertad, una libertad que está en la individualidad, no en el todo social ni en la equidad. La música progresiva entiende la libertad como la que capacidad de crear un arte autosuficiente, un mundo donde todo sea posible, ya no en la sociedad misma sino al interior del sujeto. Es la libertad de pensar pese a la coacción ideológica, de sentir pese a todo, libertad de poseer esa angustia y experimentar sobre los diversos tapices de la imaginación. El Glam es un poco más "grupal", cree en la libertad y en la solidaridad de la marginalidad, de los excluidos, de preferencias homosexuales, prostitutas, transexuales, delincuentes, drogadictos, etc. El Glam Rock, pese a poseer los mismos problemas que el rock progresivo, los soluciona en el concierto, en esa especie de orgía simbólica donde se produce la catarsis del rock, escenario máximo de la concepción de la libertad Glam. Pese a la bondad del rock progresivo, su genialidad, su profundidad, triunfará la concepción Glam. El Rock como tal -no como jazz-rock, folk-rock, etc- jamás podrá concebir nuevamente el proyecto conceptual, la obra de arte total, sin recurrir a sí mismo, a su propio lenguaje.

En este sentido el rock de la angustia, de la crisis, es paulatinamente vencido por el mercado y por una sociedad y sujetos, que evitan la consciencia sobre sí, que era el principal aporte y tarea del rock progresivo. Son ciertas las apreciaciones que nos hablar que fue una época que no volverá. El rock progresivo fue el último estadio de desarrollo del rock, siendo bien evolucionistas evidentemente. La próxima generación aborrecerá la pompa del Glam, pero conservará su concepción libertaria, de tribu, de grupo marginado, incomunicado, en el que se hace posible soportar la angustia y la violencia de un mundo ajeno y asqueroso. Del Rock progresivo nos quedará, sin embargo, el disco conceptual, concepto artístico que extenderá a otros estilos y sonidos, pasará al folclore, a la música oriental, etc. Y también la búsqueda de la perfección y el progreso en al sonido y en la ejecución.

El reflujo queda superado poco a poco en la nueva ceremonia libertaria del rock: la reunión de los excluidos, pero ya no por un interés revolucionario sino por el mercado, por el acceso económico al placer. Atrás quedaron los días de la gratuidad, igualdad y equidad en las ceremonias rebeldes del rock. Ahora se paga por la catarsis, se paga por la libertad, por la nueva libertad de ser lo que se es entre iguales. El todo social es olvidado, sólo existe el escenario simbólico y la imaginería en torno al espectáculo. El rock es el puente entre los excluidos, pero una vez callados los amplificadores todos vuelve a la normalidad y los asistentes salen ordenadamente del estadio.

II - Hard Rock

"Quienes deben hacerlo todo sin mediar poesía:
Las máquinas, solamente las máquinas.
Quienes deben trabajar rayados todo el día:
Las máquinas, solamente las máquinas"

Florcita Motuda

A fines de los 60' las utopías sociales están caminando inútilmente, por inercia, y no poseen nada de lo que alguna vez fue suyo. La industria cultural supo convertir la contracultura en una mercancía, en una cosa, en el medallón estúpido de un montón de hippies melancólicos y desahuciados. Los líderes del mañana estaban muertos al nacer, o era cosa de tiempo, de un año o dos.

Recuerdo que hace 3 ó 4 años junto a 2 amigos nos sentábamos en la esquina Mercedes, en San Miguel, y odiábamos todo. Tres tipos, hijos de trabajadores-pequeños burgueses/industriales que pensaban en hacer un grupo de Metal. ¿El Gobierno? nos importaba un carajo. ¿El socialismo? la gran mentira de Allende. ¿El mercado? una mierda que nos permitía comprar discos. ¿El colegio? la gran cárcel para tontos. ¿La televisión? mentiras. ¿Pinochet? un viejo culiao. Para nosotros los hippies eran sólo cuicos sin nada que hacer más que fumar marihuana y hablar del amor y la paz porque lo tenían todo y nadie los hueviaba. Éramos bastante ignorantes de la cultura occidental. También éramos socráticos y dementes. Éramos producto indiscutido del mercado: Las poleras negras, con las imágenes espampadas del "Master of puppets" o el "Kill'em all" o del "Slave new world" de Sepultura; los discos respectivos; los póster en la pieza; las guitarras baratas y usadas que nos habían regalado; etc.

A fines de los sesenta las cosas no deben haber estado tan lejos. El pueblo siempre ha sido lo que piensa como el amo. Así como en el chile de los 90' se nos enseñaba que el comunismo era un error de un grupo de exaltados que pretendían vender nuestro país a los cubanos: ¿qué habrán dicho los padres a sus hijos en los barrios industriales de Europa o Estados Unidos a fines de los 60'? Jamás un grupo de Rock ha acompañó una lucha popular, y con lo anterior me refiero a una complicidad en la acción y un alejamiento de los medios de control masivos. El pueblo tiene sus propios timbres y sonidos. El Rock supuestamente político, comprometido con la sociedad nueva, nunca fue más que el discurso de la burguesía con conciencia social.

El Rock es una tecnología del consuelo, un grito, de lo que sea, pero vano. Y el Hard Rock representa eso: el nihilismo terco del joven proletario. Es sólo por eso que el familiar contemporáneo de este estilo, la rama nueva de esta rama, es del gusto del joven de los barrios industriales. Sintetiza su violencia, su odio, su solidaridad para con los de la misma clase o grupo, su amor, su estupidez, su ignorancia, su machismo, su destino.
Dentro de la trilogía británica del rock pesado, o sea, dentro de Led Zeppelín, Deep Purple y Black Sabbath, son los últimos quienes, pensando como Hegel, corresponden al "espíritu del Hard Rock". Y en el caso gringo en The Velvet Underground, aunque en ellos solo sea literatura y actitud, o siguiendo con la burla a Hegel, estado anterior del espíritu. Ahora a explicar.

Junto al derrumbe de la utopía se reedifica el poder, y se manifiesta sobre la juventud de tres formas: Comunicación, química y trabajo.

La industria cultural cosifica la rebelión, propaga la violencia, el juicio y el castigo, y les confiere un espacio simbólico cuyo canal son los medios de comunicación. La acción artística de la industria recae sobre el sonido del rock: su transformación en mercancía, imagen y patrón cultural. No es gratuito que los grupos que trabajaran estas características fuesen acogidos y potenciados, publicitados; nacen las giras mundiales, el show del estadio. La grabación es la mercancía, de ella se extrae la imagen y la cultura. La imagen es el fetiche televisivo, el Otro sexuado y sonoro que se espera del yo. El patrón cultural es el nihilismo, el hedonismo del esclavo que puede adquirir lo que desea en su libertad del estúpido cliente, el rechazo total a la historia.

Pero quizás el tentáculo más fiero y potente del poder sea la manipulación química de los sujetos. Las drogas también pasan a ser productos oficiales de los poderes oscuros, caen en ellas los potenciales revolucionarios que luego pasan a ser simples delincuentes. El estado capitalista logra así subvertir el contenido de los derechos del sujeto, envolviendo sus abusos a los derechos humanos como consecuencia del contrato social, argumentando que corresponde a la premisa de que la libertar para hacer se relaciona con la para ser responsable, o sea, castigado. La sociedad de los 70' justifica el castigo moralmente, en la falta de virtud de una juventud viciosa, desinteresada, improductiva. Pero esa misma juventud es el resultado del poder omnipotente y omnisciente de la burguesía. La masificación de las drogas en la juventud obedece al interés de esa clase por someter al proletariado y asegurar su miseria y pesar.

Y aquí actúa la sociedad del trabajo: las prácticas educacionales y las laborales. La educación es la manifestación del poder del trabajo, la juventud es enseñada a trabajar, a producir y a aceptar las órdenes del mercado del trabajo, es decir, del mercado mismo. Las escuelas simulan la fábrica. La incomunicación, la vigilancia, el castigo, la violencia, la disciplina, son los valores y prácticas que se transmiten en sus paredes. Es entonces donde la sociedad que hace veinte o diez años estaba lejos de la enseñanza burguesa y sus intereses, que trabajaba en el campo dependiendo de la paga del patrón pero utilizando sus propias técnicas y conocimientos, es obligada a emigrar a la ciudad por el anzuelo del hambre, y ahora es educada, por lo que su trabajo está configurado bajo todos los puntos de vista del mercado y sus dirigentes. La juventud de los barrios marginales e industriales está encadenada al trabajo burgués, al poder y la simbología instaurada por sus intereses.

Por ende, no es extraño que las temáticas líricas y musicales de estos grupos obedezcan a tales características. Unos más conscientes que otros de su papel como esclavos del mercado, pero todos reproduciendo el patético modelo de sociedad de los cerdos. En Black Sabbath la oscuridad es a veces lucidez, y otras, evasión. Su sonido es fábrica, industria, metales, máquinas. Su imagen es anhelo medieval, del esclavo que busca ser señor, y brillar y hacerse del poder y la voluntad de los otros, buscar su sometimiento. Pero están las drogas, peras las del dolor, la pena, el odio, la confusión, la tensión de la máquina que aplasta a los mirones. Está el fracaso familiar, la rebelión contra el modelo de familia que es sin duda uno de los intereses más importantes del poder: atomizar la sociedad, dejar al individuo solo, y que consciente de su miseria, soledad e inutilidad, se entregue al trabajo, al consumo, al mercado. En The Velvet Underground es similar. Letras de sexo, drogas, marginalidad, delitos, angustia. Música saturada, sucia. Miserables hasta el fin.

Responder a la pregunta que interroga por el Hard Rock nos parece abordable en la medida que dejamos de ser inocentes con la industria y el mercado. Toda nuestra historia musical es el resultado de lo que ellos quisieron editar, grabar, cortar, pegar, etc. De lo que ellos desearon que se escribiera y lo que quisieron que se recordada. El escenario del rock es el del conflicto social más que la de la interioridad, y refleja siempre el poder y dolor de los respectivos actores. El Hard Rock es un espacio singular para identificar el abuso hacia la juventud proletaria, por parte de la industria burguesa. El Hard Rock es eso, uno de los tantos dispositivos de dominación de los jóvenes populares, y una forma de perpetuar el orden abusivo de la sociedad del mercado y los poderes disciplinarios y militares.

III - Rock Progresivo

El rock progresivo es una corriente de la música contemporánea que se relaciona artísticamente con dos ideas: progreso y proyecto; y socialmente con el autoritarismo o reacción de la década del 70`, cuando las utopías sociales aplastadas y corrompidas llevaron al sujeto a un estado de ensimismamiento y abulia que se manifestó en la lírica y el modo de la música progresiva más allá de las ideas artísticas que lo sustentaban.

La idea de progreso artístico y cultural se concretó a medida que el desarrollo de la ingeniería del sonido y la industria tecnológica entregaba nuevos aparatos electrónicos que permitían experimentar con nuevos sonidos, formas, matices, colores, ritmos, etc. La ampliación de la gama de instrumentos con el nacimiento del sintetizador, el mejoramiento de las técnicas de grabación y la creciente habilidad de los músicos que en gran medida eran académicos, condujeron y reafirmaron la idea de progreso en el Rock. Éste dejaba de ser un juego de adolescentes ilusos y se transformaba en un ejercicio artístico múltiple y completo de músicos intelectuales.
El intelectualismo en el rock progresivo acabó por concluir las aspiraciones de algunos artísticas de los sesenta que pensaban la obra rock como una obra de arte mayor en donde se cruzaban literatura, música, teatro, ideología, arte visual, etc… El disco de rock resultó ser el candidato preferido para comunicar todas estas ideas. Es así como el arte del disco (portada), logotipo de la banda (nombre estilizado), posición y apariencia de los músico en vivo y en fotografías, timbre sonoro, duración de las canciones, número y tipos de instrumentos (también la inclusión de sonidos de la "realidad" cotidiana"), temáticas y estilos literarios aplicados a la poética del rock, técnicas de grabación (efectos de guitarra, cruce de sonido y distorsión de su duración, velocidad, timbre, tono, etc…), etc. Todo esto se unió en el megaproyecto del rock progresivo que culminó en la creación del disco conceptual, la obra de arte por excelencia del rock.

Pero todo este abanico de medios y posibilidades se orientó en el centro de la crisis existencial de los setenta. La obra conceptual rock fue cubierta por la angustia, la desorientación, el ego, el desprecio y las demás manifestaciones del complejo momento que enfrentó la juventud de los setenta. La reacción despiadada, autoritaria y militar de los gobiernos de occidente, con su paranoia anticomunista, sumado al descrédito merecido de la brutalidad del Estado soviético, dejaron sin referentes sociales a los hombres y mujeres, muchachas y muchachos de los 70', de cuyo golpe todavía somos herederos. La represión militar, policial, política y económica, se sumó a la cultural. Ella logra absorber, ahora, todo deseo estético, y orienta y define las modalidades del goce.

En este momento recurriremos al caso del grupo argentino de rock progresivo- algunas veces llamado sinfónico- "La máquina de hacer pájaros". El mismo nombre del grupo nos da luces del contenido de su arte musical, es una ironía sutil, cómo lo inhumano construye la libertad, lo acero, lo pétreo, crean las palomas y la libertad en clave industria. Charly Garcia había permanecido en Argentina trás el golpe de Estado del 76. El mismo que cantaba en clave folk un hippismo medianamente contestatario, una melancolía poética de pequeño calibre, va poco a poco conectando con los instrumentos eléctricos, y ya con Sui Géneris produce un disco conceptual ("Pequeñas anécdotas sobre las instituciones") que recibió todo el peso de la autocensura y la censura del gobierno argentino de turno. También fue duramente criticado por el mismo público que seguía a Sui Géneris pues al parecer habían traicionado su sonido y su lírica con influencias gringas y una poética menos popular y bucólica. Sea como sea, vino la dictadura y los hippies tuvieron que guardar silencio. Charly se quedó en Argentina, como dijimos; y luego de un concierto de despedida de mucha convocatoria que ayudó a construir un mito sobre la figura de Nito Mestre y Charly Garcia, algo así como la banda que nos deja, que se separa, como si pelearan los hermanos mayores; a mediados del 76 Charly García en teclados y voz, Óscar Moro en batería, José Luis Fernandez en bajo (gran bajista), Gustavo Bazterrica en guitarra y Carlos Cutaia en teclados, forman "la máquina de hacer pájaros".

El primer disco que editan es el homónimo "La máquina de hacer pájaros" de Septiembre del 76'. Fue el disco más costoso de su tiempo y se publicó en dictadura (Abril 76'). Dicen que no pudieron hacer nada contra Charly en aquel entonces pues los militares no entendían las letras de las canciones (además de estar grabadas sospechosamente a muy baja intensidad). "Navidad en el cielo / Bubulina se llevó mi amor / el tiempo exacto entre los dos / nunca murió / máscara de luna/ esa puerta no debiste abrir /pero ya abierta es tan real / cómo se resuelve? / Re, do, si, sol, la? […] Para hacer esta armonía / es preciso un nuevo ser / capaz de nacer de nuevo sin crecer / cuatro notas separadas /y la oscuridad total / ya no queda tiempo de mirar atrás /pero veo el horizonte esta mañana /y de pronto todo parece estar bien / es que no hay nada que pueda hacer / es que no hay nada que pueda ver…". De esta forma parte el disco, Bubulina, una canción compleja en comparación a las anteriores creaciones del autor, aunque ya había sido tocada para los últimos conciertos de Sui Géneris, aquí aparece refinada y permite transmitir toda la decepción y la rabia contra lo que no fue, se destruyó, "creció", y sobre todo, la angustia de no saber qué hacer, no saber cómo "resolver". Ante eso Charly propone la evasión: "Corre a la ventana / no mires tu sombra / que cara de tonta tienes / nunca más pretendas comprenderme / Vamos al campo / ves cómo sale el Sol! / vamos al mar en un buen Cadillac / frutillas rojas en Chapadmalal, ah / Algo aqui abajo dice que te amo, bien! / Buen vino dulce / montañas de miel / desoxidémonos para crecer / crecer, crecer!" También azar, presente, "ya no queda tiempo de mirar atrás", y cuestionar lo que fue: "Un mendigo muestra joyas a los ciegos de la esquina / un cachorro del señor nos alucina / háblame sólo de nubes y sol / no quiero saber nada con la miseria del mundo hoy / es un buen día / hay algo de pan / la tierra es nuestra hermana". Tiempo para vivir parece ser la consigna "mientras nosotros / morimos aquí / con los ojos cerrados / no vemos más que nuestra nariz". Hay también una pérdida de referentes, un quiebre en la identidad, la necesidad de representar cierta actitud en una sociedad autoritaria, policial, represiva; el sujeto queda reducido a un juego de disfraces, al juego del poder; No puedo verme: "(no puedo verme) / cara de miedo le digo al disfraz / necesito verme asustado / (no puedo verme) / no hay maquillaje para quien no ve / su reflejo por ningún lado / (no puedo verme) / el chico de la guitarra gritó / necesito volverme negro! / su mamá llora y llama al doctor / para salvarlo del infierno / (no puedo verme) / Cuantos espejos en este lugar / de destrozan continuamente / (no puedo verme) / Hoy un amigo llorando hasta el fin / me decía no puedo verme!". Sobre todo al final de la canción se va aclarando el motivo de tal confusión. Es la dictadura señores. A lo largo de todo el disco hay pasajes que nos hablan de esta experiencia: "cómo te puedes reir así hermosa / cuando forzaste mi mente / cómo te puedes reir así hermosa / cuando mataste a mi gente / por probar el vino y la mermelada". Pero es en el segundo y último disco de la banda donde todo ello queda al descubierto. El primer disco siempre es un conjunto de canciones sin mucha dirección, unidas por fuerza, en cambio el segundo se concibe bajo el acuerdo sonoro del primero y la estética ya presentada. "Películas", del 77', tiene ese hedor a vida cotidiana en dictadura, ya no la de la descarga eléctrica del asesinato del pasado, sino el día a día de la miseria existencial: "Ella es una actriz / se seca y mira el mar, se viste de plata / nadie la viene a buscar / no espera que toquen el timbre / se monta en un convertible / y se va, ya verán / que se puede hacer salvo ver películas / sueño con la actriz que se seca y mira el mar / mi corazón es de ella / mi mente está en las estrellas / Sobre la T.V. se duermen mis dos gatos / salgo a caminar para matar el rato / y de pronto yo la veo entre los autos / justo cuando la luz roja cierra el paso / me acercaré al convertible / le diré: "quiero ser libre, llévame, por favor" / Que se puede hacer salvo ver películas". ¿Qué se puede hacer salvo ver películas?, nos pregunta Charly con una genialidad sorprendente. De forma sutil e irónica testimonia las vivencias del nuevo hombre de la reacción, encadenado a la "información", a la manipulación, sometido a no hacer más que mirar la pantalla y olvidarse de todo. Por el momento, No te dejes desanimar: "Nunca dejes de abrirte, no dejes de reirte / no te cubras de soledad / y si el miedo te derrumba / si tu luna no alumbra / si tu cuerpo no da más / no te dejes desanimar / basta ya de llorar / para un poco tu mente y ven acá / Estás harto de ver los diarios / estás harto de los horarios / estás harto de estar en tu lugar / ya no escuchas el canto de los mares / ya no sueñas con lindos lugares / para descansar una eternidad / No te dejes desanimar / no te dejes matar / quedan tantas mañanas por andar".

Ahora bien, lentamente el tono melancólico se trona desesperación y luego acción. Seguramente en su intento por describir las caminatas por las calles vacías de Argentina, los comercios desatendidos, el silencio; Charly logra reflejar la luz del cambio, o al menos una leve silueta. Hipercandombe: "Cuando la noche te hace desconfiar / yendo por el lado del río / la paranoia es quizás / nuestro peor enemigo / Cubrís tu cara y tu pelo también / como si tuvieras frío
pero en realidad / te quieres escapar de algún lío / Déjenme en paz / no quiero más / no hay esperanza en la ciudad / Mi amada está lejos de acá / en un país hipernatural / Cuando la luz de gas y alquitrán / cubra tu cuerpo podrido / toda tu caretez, mi amigo, no tendrá sentido / y si te asusta este canto final / o no le encuentras sentido / podes cambiar el dial / y escuchar algo más divertido! / Déjenme en paz / no quiero más / no hay esperanza en la ciudad / Mi amada está lejos de acá / en un país hipernatural". Pero aquí notamos un giro, Charly ya no se lamenta, ha despertado, no quiere más. El cambio político Latinoamericano no se dará, tal como en Charly por la reflexión ni por la ilusión, sino simplemente por el hastío.

"La máquina de hacer pájaros" nos permite entrar a ese mundo del shock de la dictadura, al pasmo, al silencio, al quiebre personal, al desarme de la vida y su funcionamiento monótono, mecánico y televisivo. El rock progresivo refleja ese mundo, donde las coordenadas no están, pero donde luego del sufrimiento siempre queda abierto un mundo. La crítica ácida, la lucidez fantástica, la imaginación precisa, permitirá que el Rock progresivo, a pesar de la complejidad musical y lírica de sus autores, abra el camino al cambio. Sin el Rock progresivo es imposible hablar del Punk, y no porque el último sea la antítesis de la música progresiva, sino porque éste lleno el vacío teórico al que fue arrojada la juventud de los 70'. Los Punk sabían qué hacer y qué no, los progresivos también, pero estaban cansados, habían recorrido las dos décadas. La grasa de las capitales, Serú Girán:"Que importan tus ideales / que importa tu canción? / La grasa de las capitales / cubre tu corazón / Por qué tenes que llorar? / es que hay otro en tu lugar que dice: / "Vamos, vamos, la fama, / la oportunidad está aquí", / lo mismo me pasó a mí, lo tienes / todo, todo y no hay nada. / A buscar el pan y el vino / ya fui muchas veces / a sembrar ese camino / que nunca florece, no transes más. / Con la cantina, con la cantora / con la T.V. gastadora / con esas chicas bien decoradas / con esas viejas todas quemadas / gente re vista, gente careta / la grasa inmunda cual fugazzetta! / No se banca más! / La grasa de las capitales no se banca más.

(Mauricio Vaché)


(Aporte de Ivan Bustamante)

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